ACCIDENTES LABORALES ¿SOMOS SINCEROS?
La prevención de riesgos laborales es algo bastante más complicado que la simple utilización de medidas o medios para paliar, reducir, evitar o desterrar los accidentes e incidentes que se pueden dar en cualquier centro de trabajo. En todo lugar de trabajo existen una serie de riesgos comunes con otros centros laborales, independientemente del sector que engloba su actividad, pero también unos riesgos específicos propios de ese centro o inherentes al sector.
Hay factores, tales como la limpieza, el orden, la organización, la gestión de los recursos dedicados a la prevención, que son o deben ser comunes a todos los sectores, aunque cada uno tenga sus propias particularidades. Por la misma regla, la suciedad, el desorden, la desorganización y la nula o escasa gestión de recursos dedicados a la prevención también pueden estar presentes en cualquier sector o actividad.
En la construcción, en la que los centros de trabajo son las obras, cuya fisonomía es cambiante de día en día, la organización, el orden, la limpieza y la gestión de los recursos dedicados a la prevención (medios humanos, maquinaria, elementos auxiliares) son primordiales, al igual que la formación e información al personal de obra. En las jornadas o actividades realizadas por las diferentes instituciones sobre Prevención de Riesgos, inevitablemente se nos recuerda (acertadamente) que la gestión de la prevención es tan importante como la producción diaria, lo que se realiza de obra cada día.
Siempre hay una referencia inevitable a los accidentes en el sector de la construcción: si sus índices suben, bajan o se mantienen; qué tipo de accidentes se dan con mayor frecuencia; cuales son los más graves y por qué y cómo se producen. En definitiva, algo necesario para realizar cualquier tipo de gestión, información veraz, contrastada y real, con lo que podemos intentar atajar o frenar el posible fallo, que puede estar en cualquiera de los aspectos comunes o en alguno específico del sector.
Desgraciadamente, en el sector de la construcción hay una tendencia al alza ó como mínimo un estancamiento, tanto en los accidentes graves como en los muy graves o mortales, y un porcentaje importante de los accidentes de las características citadas se producen por caídas de personas a distinto nivel.
Estos accidentes son debidos, según se nos indica en jornadas y actividades, a la presencia de trabajadores que realizan sus labores a varios metros de altura, y como consecuencia de que los elementos auxiliares que se utilizan (andamios, escaleras ...), las medidas de protección colectivas existentes (barandillas, redes ... ) o bien las protecciones individuales utilizadas no están en las debidas condiciones, se rompen o no están bien colocadas.
La Ley de Prevenci6n de Riesgos Laborales indica taxativamente que la responsabilidad es siempre del empresario. Es una ley paternalista, porque incluso obliga a prever las negligencias del trabajador. Entonces es inevitable que surja la pregunta: ¿no habrá por casualidad o azar algún caso, aunque sea sólo uno, en el que el accidente ocurra por negligencia del trabajador? Nunca se sabe si ese hecho es o puede ser el causante de algún accidente grave muy grave o mortal, porque no se investiga en esa dirección o porque no es ni política ni sindicalmente correcto apuntar siquiera esta posibilidad.
Haciendo una comparación con el tráfico, cuando se realiza una campaña para despertar las conciencias de los conductores, casi siempre coincidiendo con épocas de vacaciones -de gran intensidad de tráfico rodado-, se insiste sobre todo en las negligencias de los conductores (no respetar los “stops”, adelantamientos incorrectos, no respetar el límite de velocidad, tasas de alcohol excesivas etcétera).
Nadie se rasga las vestiduras por ello, y mayor número de accidentes graves, muy graves o mortales que en el tráfico no se da en ninguna otra actividad, a no ser la bélica. Muertos a centenares. Deben de ser accidentados de segunda categoría, puesto que no importa informar que estaban bebidos, que iban drogados o que se saltaron un stop o realizaban carreras a 200 kilómetros por hora.
Eso sí, para prevenir y gestionar los accidentes de tráfico, la referencia a la imprudencia y al comportamiento concreto en el momento del accidente de los conductores es una información veraz, analizada a conciencia y contrastada ; por ello una herramienta eficaz. En los accidentes laborales, saber de manera fehaciente si ha habido alguna negligencia es “tabú”, a no ser que la negligencia sea del empresario (o de las personas en las que é1 ha delegado). Entonces todo es luz y taquígrafos; en caso contrario miramos para otro lado, hacemos “mutis por el foro”.
No se trata de culpabilizar a nadie, y menos a quien tiene la desgracia de padecer un accidente, en muchos casos mortal. Es menos macabro que todo eso: Sólo se trata de tener toda la información para que con ella se pueda incidir allí donde realmente se falla.
Con ello podremos determinar si no se realiza una gestión de prevención, si los elementos de protección que se utilizan son o no los adecuados, si la organización es la apropiada, si la formación de los trabajadores es suficiente, su comportamiento correcto...
Para realizar una gestión adecuada, o por lo menos intentar llevarla a cabo, la información a nuestro alcance, contrastada, real y total, es la más eficaz de las herramientas, porque nos está encaminando en la dirección adecuada. Por ello es necesario analizar todos los accidentes hasta sus más últimos detalles y decir las conclusiones y responsabilidades reales, por muy duras que parezcan. Con ello estaremos dando un paso real e importante hacia la prevención. Sólo así seremos sinceros y profesionales en la investigación de accidentes laborales.
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